Escrito por: Ana Díaz
Editado por: Juan Pablo Orellana
Como refiere la canción Amor Eterno interpretada por la cantante Rocío Durcal, los ojitos de Winder Rangel, paciente renal de 11 años de edad, se cerraron el 10 de agosto de 2021. Su madre, Emilce Arellano de 44 años de edad, cuenta una historia conmovedora de todas las vicisitudes que pasaron ella y su hijo para tratar una patología renal congénita que le diagnosticaron de bebé.
Emilce parió siete hijos, de los cuales Winder era el quinto. Dio a luz en la maternidad Santa Ana de Caracas. Con solo 15 días de nacido, el bebé fue recluido en el Hospital de Niños Dr. José Manuel de los Ríos localizado a pocas cuadras de la maternidad.
“Las condiciones del servicio de Nefrología y hospitalización eran y continúan siendo lamentables lo que pone en riesgo la salud de los pacientes”, contó esta mamá.
La situación se volvió inaguantable en 2017 cuando todos los niños y adolescentes de diálisis se infectaron y el J.M. de los Ríos no garantizaba los antibióticos para los tratamientos anti bacterias hospitalarias.
Emilce destacó que entonces la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió medidas cautelares para proteger a los pacientes.
“Lo lamentable es que el Estado no hizo caso a la medida y nuestros niños se iban apagando”, deploro.
Emilce perdió la cuenta de las veces que hospitalizo a su hijo en el J. M. de los Ríos pero la parte más fuerte fueron los cuatro años seguidos en que ella y Winder prácticamente vivían en el hospital.
“Winder fue infectado por cuanta bacteria existe – Seudomona, Clepsiella, Candida entre otras- y en medio de una atención hospitalaria cada vez más deficiente”, sostuvo.
Señaló que el J. M. de los Ríos no proveía los exámenes de laboratorio porque esa área fue cerrada. También dejó de realizar estudios, radiografías y tomografías debido a que los equipos estaban dañados o no los había.
Asimismo, los familiares de los pacientes deben comprar por su cuenta las medicinas, kits de diálisis, inyectadoras, yelcos y la comida cuando los muchachos están hospitalizados.
“La comida del hospital es frijol con arroz y arepa sola, una dieta completamente inadecuada para los pacientes renales”, contó.
En 2017 Winder cayó en diálisis y a partir de ahí las permanencias en el hospital se hicieron más y más prolongadas. Para colmo, el niño recibió una transfusión de sangre contaminada con hepatitis además de sufrir a diario convulsiones que le provocaron dilatación de las arterias cerebrales.
Quiero irme, quiero descansar, estoy cansado me decía mi hijo después de haber pasado tantos años con una patología que se pudo superar con un trasplante de riñón, pero el Estado paralizó en 2017 el programa de donación y trasplante de órganos”, lamentó. Emilce narró que el 10 de agosto de 2021 estaba durmiendo con su hijo al lado de su cama de hospital cuando falleció.
Prohibida la entrada
Mientras duró la enfermedad de su hijo, Emilce participó con otras mamás en protestas y manifestaciones de calle para exigir al Estado el respeto al derecho a la salud así como la reactivación del programa de procura y trasplante de órganos.
“En Nefrología tenemos un grupo de WhatsApp. Somos muy unidas y nos mantenemos en contacto para apoyarnos. Son muchos los años que hemos compartido tanto en hospitalización como en las sesiones de diálisis tres veces a la semana”, precisó la madre de Winder.
Sostuvo: “Esa solidaridad se mantiene. Mi lucha no terminó con la muerte de mi hijo; ahora lucho con las mamás que quedan en Nefrología tratando a sus hijos”.
Una nueva y dura prueba debió pasar Emilce apenas su hijo falleció. El deceso de Winder causó mucho revuelo en los medios y la opinión pública.
“Un hermano mío iba a pagar la funeraria pero la directora del hospital J. M. de los Ríos dijo que ella corría con ese gasto. Somos personas de escasos recursos por lo que esa ayuda representaba un alivio”, contó. Sin embargo, al día siguiente la funeraria la llamó para notificarle que todavía no habían cancelado el servicio. Esto llevó a la adolorida e indignada madre a denunciar el incumplimiento y la noticia se regó por las redes.
El caso es que Emilce tuvo que velar a su hijo varios días en su casa del barrio Chapellin en Caracas hasta que el pago fue cancelado por la dirección del hospital. “Fueron días de mucha angustia y lo peor es que por la denuncia me prohibieron la entrada al hospital cosa que no me quita el sueño porque sigo en la lucha por el respeto y el cese de los atropellos contra los niños y sus mamás”, concluyó.