Prepara Familia presenta historias que inspiran en el #MesDeLaMujer

Las manos le temblaban y el corazón se le aceleró. Daniela no podía creer que había leído ese “positivo”. Luego de dos años de intentarlo, por fin había quedado embarazada. Carlos Raúl creció y creció dentro de ella. Los pediatras le decían que venía un niño sano al mundo. Una familia cumanesa lo esperaba con ansias. Desde ahí supo que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por él. 

Daniela Antón es de Cumaná, estado Sucre. Ahí vivió toda su vida. A sus 37 años de edad es mamá de dos niños, uno de siete años y Carlos Raúl de 10 años. 

Cuando nació Carlos Raúl todos notaban que se enfermaba mucho. No salía de una gripe y podía pasar hasta una semana con fiebre. Para los médicos eso era “normal” hasta que le dio Chikungunya y le brotaron unas pelotas en la cabeza, en el cuello y tenía una erupción en la piel. Daniela corrió para un doctor de su comunidad y le mandaron tratamiento por un mes que logró bajar la inflamación de la cabeza, pero el resto no mejoraba. 

Pasaron tres meses y Carlos Raúl seguía mal. Así que Daniela le dijo a su hermana para que la acompañara al Hospital de Central de Cumaná a ver si podían conseguir la opinión de otro experto. Al llegar, le mandaron a hacer muchos exámenes. Tanto la hematóloga como el dermatólogo le advertían que algo estaba mal y lo refirieron a otro especialista. 

El primer examen fue una biopsia, que reportó que Carlos Raúl sufría de un linfoma de hodgkin y tenía una masa ganglionar en el tórax.  Pero, al hacer la inmunohistoquímica, el resultado era otro: aparentemente el niño estaba sano. 

No sabían qué hacer, o a quién creerle. Los doctores de Cumaná le recomendaron a Daniela que fuera al hospital de niños J. M. de los Ríos, en Caracas. Ella no puso “peros”, aunque habían muchos: no tenían dinero suficiente para viajar, no conocían a alguien que viviera en la ciudad y pudiera hospedarlos y tenían que solucionar las tres comidas. 

Daniela y su esposo resolvieron como pudieron. Jugaron lotería, hicieron rifas, vendieron arroz con coco o tortas, y se refugiaron en los buenos amigos y familiares que podían dar una ayuda económica.

Era el 3 de mayo de 2017 cuando Daniela, su esposo y Carlos Raúl pusieron el primer pie en el J. M. de los Ríos. Fueron directo a la emergencia y lo primero que le dicen es que no los podían atender. 

—Al recibir a su hijo, que es de Cumaná, le estaría quitando la prioridad a uno caraqueño —le dijo una persona del hospital a Daniela.

—Tengo entendido que el J. M. de los Ríos es un hospital para todos los niños de Venezuela. Él es venezolano, así que le corresponde que lo atiendan —le respondió Daniela con seguridad. 

Y lo aceptaron. Con los estudios que le hicieron en el J. M. de los Ríos pudieron confirmar que Carlos Raúl tenía un linfoma de hodgkin. Debía comenzar tratamiento en Caracas.

El principal obstáculo que tenían era dónde se iban a quedar. No tenían dinero para pagar un alquiler. Daniela luchó todo lo que pudo por conseguir espacio en un refugio en San Bernardino. Allí solo les daban el almuerzo. Ella se encargaba de buscar el dinero para que Carlos Raúl cumpliera con sus tres comidas y meriendas basadas en una dieta especial. Con Prepara Familia pudo contar con donaciones de alimentos y económicas. 

Una de las épocas más difíciles para Daniela fue cuando Carlos Raúl estaba bajo tratamiento. Fueron seis meses de quimioterapia y 14 sesiones de radioterapia en el Hospital Dr. Domingo Luciani, en El Llanito. Una vez que cumplió con todo esto, le pusieron una consulta médica mensual, por lo tanto, debían hacer constantes viajes a Caracas. 

Carlos Raúl pasó a ser paciente fijo de Hematología en el J. M. de los Ríos, un servicio que le ha tocado pasar por situaciones difíciles a partir del deterioro de sus instalaciones y falta de personal. En el año 2021 ha estado varias semanas sin aire acondicionado, lo que significa que es imposible la preparación de las quimos. A pesar de eso, los mismos trabajadores y madres se han encargado de no permitir su cierre definitivo, tal como pasó con el servicio de Cardiología y  la Terapia Intensiva.  


En una ampliación de medidas cautelares otorgada el 21 de agosto de 2019 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) aparecen los niños del Servicio de Hematología del J. M. de los Ríos, una acción que se dio luego de que otorgaran las primeras medidas en febrero de 2018 para el Servicio de Nefrología, donde murieron 12 pacientes pediátricos.


Todo se dificultó más con el decreto de la pandemia a nivel nacional, en marzo de 2020. La movilidad se limitó mucho en todo el país por puntos de control, el costo del pasaje de autobús subió muchísimo. Y, de nuevo, Daniela trató de mover todas las piezas del tablero para poder solucionar. Así que consiguieron ayuda económica con organizaciones no gubernamentales para costear los boletos ida y vuelta. 

“Yo estaba en Caracas cuando se decretó la pandemia y lloré mucho porque no sabía qué iba a pasar con mis hijos. Tenía miedo de que los niños se infectaran cuando saliéramos a la calle”, relató Daniela. 

Sin embargo, con la determinación que la caracteriza, Daniela consiguió que otra casa hogar en San Martín los recibieran para poder quedarse las noches que sean necesarias. 

Para Daniela, ser mujer significa ser luchadora, guerrera, tener los pies bien puestos sobre la tierra y no doblegarse por nada. 

“Las mujeres enfrentamos cualquier situación y por un hijo hacemos lo que sea”. resaltó Daniela.

Texto: Mariana Sofía García

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